Durante toda la historia el hombre ha intentado alcanzar la verdad, los ideales , trascender....
Durante muchos años yo pensaba que el dolor , la pena , la compasión absoluta eran algo necesario para alcanzar la felicidad.
Hoy día me he dado cuenta de que nada tiene sentido , de que las cosas no son más que accidentes , de que todo lo que nos rodea es impredecible con certeza . ¿La necesitamos para algo?, la respuesta es NO. Podemos intentar vivir sin sentido , la respuesta es NO . Hay demasiadas variables en la vida , demasiada información como para que la capte el ser humano.¿ Entonces qué nos queda ?, sencilla y llanamente la elección. Señalar a alguién por su creencia o forma de pensamiento es comportarse poco menos que un borracho gritando a la lámpara tras una noche de resaca . Efectivamente, no es lo que pensamos lo que nos define ni mucho menos, sino por como actuamos ante cada situación.
Me inclino por la llamada pasión más noble de todas; en efecto, me refiero al amor. Esa sensación que nos convierte en superhombres y a la vez en esclavos , en poderosos y débiles. Todo tipo de amor es así, algunos más fuertes que otros según el individuo.Siguiendo con el tema que quiero comentar , me refiero a como muchos lo han rechazado , otros lo han abrazado como único y otro han tratado de buscar el término medio. Pues bien yo afirmo que todos estan equivocados , incluido yo . La razón es sencilla , pues la sensación es única tanto desde el punto de vista biológico como el real. Con el término real me refiero a lo que realmente importa , a la sensación , a la reacción en nosotros . Pues es ingenuo creer que somos máquinas biológicas. ¿ Por qué ? , sencillo tanto si fuese cierto como sino lo fuese la elección de que nos transcienda o no es nuestra, incluso desde el momento que decidimos no pensarlo, pues nos sería indiferente. Si bien un tostador no puede enamorarse porque es una cosa el hombre tampoco debería, salvo claro está el caso de la reproducción. Ahora bien, como animales que somos , no podemos decir que seamos máquinas al igual que otros animales , ¿Por qué sino íbamos a desear pasar la vida entera con alguien?, ¿por que no buscar la simple etapa reproductiva como muchos otros animales?. Sencilla mente porque es algo indescriptible si es que llega, de ahí nacen los escépticos. En el momento que alguien encuentra a otra persona con quien fundirse todo cambia. Eso no quita que el amor sea la panacea del sentido , el bien supremo , la fórmula de la felicidad . De ningún modo. Mucha gente podrá tener esa suerte, otra no , e incluso algunos tendrán la mala suerte de no ser correspondidos.
¿Solo tiene sentido el amor? Sí , por supuesto, pero antes de amar a alguien debemos habernos amado a nosotros mismos , sino como podríamos entregarnos a alguien. ¿ Qué podrías ofrecer a alguien cuando ni siquiera tú mismo eres capaz de levantarte todas las mañanas y sonreir y comerte el mundo?
Algunos dirán que en el amor se encuentra fuerza , y yo les diré ¡que también debilidad!. No digo que no saltemos con la venda en los ojos, pues otras veces es necesario arriesgar nos. Pero en caso de caer , si no contamos con un mínimo de amor propio de preocupación propia ¿cómo dejaremos de arder para empezar a brillar , para salir del vacío , del veneno de la auto compasión?
Solo unos pocos afortunados terminan encontrando a la persona que les hará felices el resto de su vida. Por supuesto aclaro que el amor es válido para todos excepto para pedófilos , un pedófilo viola niños pequeños y ni amor ni ostias eso es violación de los derechos infantiles ( nunca mejor dicho).Por supuesto el superhombre es compatible con el amor por mucho que le duela a tan gran crítico y espero que sepan a quien me refiero , pues mientras uno sea capaz de superarlo, de no ante ponerlo a los deseos propios antes de haber vivido su vida podrá entonces compartir con otra persona su vida pues de otra forma no tendría nada que ganar y todo que perder en caso de tragedia.
Sin más demora para finalizar este pequeño discurso sin duda de carácter solo cognoscible para quienes se hallan desentendido del amor o para quienes estén enamorados , para quienes sean superhombres y superexcalvos y aun así toman la elección de beber la poción de la mortalidad para dejar de ser superiores y para poder compartir su alma , su vida y su ilusión con alguien que los eleve más o los haga descender a los infiernos. Tristemente el amor es así. Por tanto ahora te pregunto a ti superhombre o superexclavo;
¿ Quieres beber este dulce veneno de la mortalidad?,
Poesía, prosa, crítica social, elucubraciones... tratamos de cubrir todo lo viable en nuestra realidad. Nuestras motivaciones, deseos, personalidades y modos de contemplar la vida son inevitablemente dispares y variados. No obstante, todos valoramos en muy alto grado el conocimiento y la bella escritura
jueves, 30 de mayo de 2013
miércoles, 15 de mayo de 2013
UN AMOR DE PELÍCULA (continuación de Canciones) (III)
Como no quería perderme la
reconciliación la seguí. Por el camino me dijo lo que quería decirle como
disculpa, con unas palabras de lo más bonitas y emotivas, casi me hizo llorar.
Sin embargo, cuando Johnny abrió la puerta, pues había hablado yo por el
porterillo para darle una mayor sorpresa, se encontró frente a Celeste y ella
empezó a hablar no dejó que dijera más de dos palabras. Johnny tenía los ojos
rojos de llorar, la cara llena de lágrimas y se apreciaba en él un aura de
tristeza profunda, pero todo eso cambió cuando se encontró frente a ella. En
sus ojos volvió a destacar sobre el rojo el verde natural de su iris, verde
esperanza, las lágrimas que bañaban sus mejillas apenas se apreciaban ya y su
aura taciturna se tornó en un aura de infinita felicidad. No le dejó decir ni
dos palabras porque la calló con un beso, cada vez que intentaba decir algo la
volvía a besar. Lo que yo decía, como una película. Tras cinco o seis besos que
tornaron la desgracia en júbilo Celeste decidió apartarlo y volver a intentar
hablar.
- Johnny, entiendo por estos
besos que me perdonas, pero aun así mereces una disculpa y te la daré...
- No, no es para nada necesario.
El hecho de que hayas vuelto me vale más que de sobra como disculpa, es más,
soy yo el que te debe una explicación. Esas chicas venían buscando a mi
compañero de piso, no te dije nada de él porque no es una persona que quieras
presentarle a tu novia. Es un tío algo promiscuo, que odia el compromiso y que
no quiere que sus amigos tengan novia, porque eso fastidiaría su ritmo
fiestero. Por eso ellas estaban allí.
- Vaya, me siento como una
idiota.
- No tienes por qué, soy yo el
que debería haberte dejado claro lo que pasa con mi compañero antes de dejarte
entrar a casa. Es un milagro que no hayamos encontrado “situaciones incomodas”
al entrar.
- Bueno, pues si me perdonas
olvidaremos este episodio de nuestra vida. ¿Me perdonas?
- Por supuesto, ¿cómo iba a
denegarte mi perdón? Tú me has devuelto la esperanza en el amor, eres mi
“alguien especial”. Por cierto, ¿qué te ha hecho cambiar de opinión?
- Esto- señaló el colgante, lo tomó en sus dedos y
jugueteó con él mientras sonreía-. Elisa me contó lo que le dijiste sobre el
colgante, justo cuando me lo dijo vinieron a mi mente imágenes de cómo mirabas
el colgante, de cómo lo tratabas. Sentí que algo que primero me pareció un
simple detalle, simple pero bueno y simbólico, claro, se convertía en el mayor gesto que nadie
había tenido conmigo, porque tenías que estar muy seguro para darme así tu
corazón, y aun así te tuvo que costar
hacerlo.
- No me costó nada. Nunca me he
arriesgado ni teniendo un 99% de posibilidades de acertar, por ese posible 1%,
pero esta vez tenía un 100% de seguridad, no he estado más seguro de nada en mi
vida. Estoy más seguro de que he acertado que de que me llamo Johnn Park.
Y así se consolidó su relación,
siguieron saliendo y, tras algo más de un año siendo pareja, aquí estoy, en una
iglesia viendo entrar a Celeste con un vestido blanco avanzando lentamente
hacia el altar del brazo del hippie de su padre, que por primera vez en su vida
se ha puesto traje, y allí esperando esta Johnny, vestido con un precioso traje
y una corbata azul, azul celeste. No suena la marcha nupcial. Por deseo de los
novios, mientras Celeste avanza por el pasillo, suena el “Canon de Pachelbell”.
Me he prometido a mí misma no llorar, pero me está costando. Empieza la
ceremonia. Yo estoy sentada tras la novia, pues soy una dama de honor. Las
damas de honor estamos mezcladas con los amigos de Johnny, ya que los hombres
no tienen “damos” de honor, al menos tiene allí a sus colegas. Llega el momento
de los votos y empieza Johnny.
- Celeste, nunca olvidaré el día
que nos conocimos. Sin ni siquiera conocerme confiaste en mí y me permitiste
abrir mi corazón, ese que ahora es tuyo. Cada gesto, cada palabra que hiciste
ese primer día caló en mí y me hizo creer en el amor, en nuestro amor. Y aunque
alguna vez has tenido la duda de si te quería, mira alrededor de tu cuello, ya
sabes que esa es mi respuesta.
Mi esfuerzo para aguantar las
lágrimas es titánico. Es el turno de Celeste y, para mi sorpresa, dice, entre
otras cosas, algo que debía haber escuchado antes Johnny. Palabra por palabra,
coma por coma, igual que cuando me lo dijo a mí en su día, Celeste pronunció su
disculpa a Johnny por su falta de confianza en él.
- John, sé que en su momento no
quisiste oír esto. No te importaba lo que dijera, mi simple presencia en tu
puerta te convenció de mi arrepentimiento, pero esto que te voy a decir es mi
disculpa, la que pensé en el momento. No es la que querías, es la que te
mereces: “siento haber dudado de ti, sé que por esto no debería ser perdonada.
Dudé de ti aun habiéndome abierto de par en par las puertas de tu corazón, y no
sólo me abriste las puertas, me diste la llave y el corazón completo. Por eso
te digo que si de algo en esta vida me arrepiento es de no confiar en el hombre
que me devolvió la sonrisa y que me hizo sentir especial, tú.”
Las lágrimas ganan la batalla,
todos mis esfuerzos tirados por tierra. Lloro de emoción, como viendo el final
de una típica comedia romántica. No tengo nada con qué secarme, pero a mi
izquierda aparece un pañuelo en una mano, tras ese pañuelo, un amigo de Johnny
que me sonríe y que también tiene cierto rastro de alguna lagrima fugaz. “Toma,
has aguantado bien, pero hay que admitir que con eso que han dicho no hay quien
no se le escape una lagrimilla”. Se lo agradezco y el resto de la ceremonia lo
pasamos comentándola. Creo que es un buen chaval. Algo me empuja a pensar en
nosotros en la misma situación que Johnny y Celeste, es algo fugaz pero ahí
está. Me sonrojo pero él no se da cuenta, menos mal. ¿Será esto el inicio de
una secuela de la película que tanto había disfrutado viendo y actuado de
secundaria, siendo en esta secuela la protagonista?
UN AMOR DE PELÍCULA (continuación de Canciones) (II)
Pasaron un par de días y
volvieron a quedar. Yo esperaba que no lo trajera a casa, para no ser
descubierta. Tuve suerte, ese día fueron a casa de Johnny, pero él la trajo a
casa y se despidieron en la puerta. Yo lo vi todo desde la ventana, así que
esta vez puede ver el beso. Parecía que estaba viendo una película romántica.
Fue así: él bajó del coche, le abrió la puerta a ella y la acompañó hasta la
puerta. Tras un rato charlando un momento de silencio y una mirada entre ambos,
Celeste se gira para entrar pero Johnny la coge por el brazo, la gira y la
besa. Después los dos sonríen y Celeste entra. Puedo ver cómo Johnny se gira
para verla entrar a nuestro edificio, sonríe y vuelve al coche. Poco rato
después veo entrar a Celeste, que cierra la puerta a su espalda y se queda
apoyada sobre ella un rato, sonriendo y algo sonrojada. Realmente parecían dos
adolescentes enamorados.
Pasaron más días, ya salían
oficialmente juntos, alguna vez vinieron a casa y la primera vez Johnny dijo
que le sonaba y yo me hice un poco la loca, argumentando que fue una gran
casualidad y que no me acordaba bien. No sé si coló para Johnny, pero para
Celeste sí, así que con eso me valía.
Pasaban ya un par de meses desde
que se conocieron cuando sucedió algo que temía y algo que deseaba, ambas cosas
al mismo tiempo, pero separadas. Llegó casi llorando y muy enfadada. Se tiró de
cara al sofá y abrazada a un cojín empezó a llorar. Preocupada, le pregunté qué
había pasado. Ella me contó que Johnny había quedado con ella el día de antes y
que habían estado juntos durmiendo en su casa, después ella se había ido a
trabajar pero en el camino vio a un par de chicas dirigirse a su casa y, al
volver, vio salir a esas mismas chicas. Celeste pensaba que esas chicas habían
estado con él, porque había escuchado su voz por el porterillo, pero se añadía
algo a la ecuación, lo celosísima que era Celeste. Entró a casa de Johnny hecha
una furia, le gritó y no le dejó explicarse, tras esto corrió a casa.
Al poco de esto sonó el timbre y
fui a abrir. Era Johnny. Se podía ver el nerviosismo y el miedo en su cara.
Quiso hablar con ella, pero celeste corrió a su cuarto y se encerró. No quería
saber nada de él. A pesar de que ella era mi amiga, también me había hecho
amiga de él y sabía por cómo hablaba de Celeste mientras él la esperaba en el
salón y hablábamos un poco que era incapaz de hacerle eso.
Seguimos hablando un rato, él
seguía muy preocupado, y reparé en algo. El colgante no estaba en el cuello de
Johnny. No dije nada. Le convencí para
que se fuera y así intentar tranquilizar a Celeste. De paso quería comprobar
algo. Él se fue y yo intenté hablar con la sollozante celosa.
Llamé a la puerta y entré a la
habitación. Celeste estaba bocabajo en la cama, llorando como una niña. Trate
de tranquilizarla un poco hablando lo más cuidadosamente que pude sobre el
tema.
- Celeste, ¿quieres hablar sobre
el tema?
- No...
- ¿Por qué?
- Porque ahora sólo quiero
llorar. No paro de equivocarme.
- A ver, diré esto con todo el
tacto que pueda, ¿estás totalmente segura de que fue como tú crees?
- ¿Me estás llamando mentirosa?
- Sólo digo que ambos sabemos lo
celosa que puedes llegar a ser. Además, Johnny no es como tus ex, ya lo hemos hablado,
siempre decías que era diferente a los demás.
- Pero también me puedo
equivocar, sabes que me pasa muy a menudo, sobre todo en estos asuntos.
- Vale, pues no hagas caso de ti
misma, hazme caso a mí. Te advertí en todas las ocasiones anteriores que esos
chicos te harían daño y no me hiciste caso, hazme caso esta vez, porque es la
vez que más segura he estado de decir lo que digo.
- No sé, Elisa. Sabes que confío
en ti tanto como si fueras mi hermana, pero ahora preferiría dejar el tema, ya
hemos hablado mucho, y lo que de veras necesito es un abrazo.
- Pues levanta la cabeza de la
almohada y ve a mis brazos.
Nos abrazamos y algo se me clavó
en el pecho. Al retirarse lo vi: el colgante de Johnny ahora colgaba del cuello
de Celeste. Sé que no quería hablar del tema pero desde que Johnny me dijo en
qué condiciones le regalaría el colgante a alguien no pude contenerme. Se lo
señalé, sonriendo.
- Anda, ¿y esto?
- Ah...- estaba taciturna, pero
algo en el fondo de ella sacó en sus labios una leve sonrisa. Ojos de pena,
sonrisa melancólica.- me lo dio Johnny ayer.
- ¿Te dijo por qué?
- Porque gracias a él nos
conocimos y quería que lo tuviera yo.
- ¿Nada más?
- No.
- Celeste, esto que te voy a
decir te aseguro que fue lo que me hizo creer en que Johnny era perfecto para ti. ¿Recuerdas
ese día que te dije que me habían llamado del trabajo? Pues ese día cogí un
taxi y resultó ser el suyo, así que decidí interrogarle anónimamente sobre ti,
lo más discretamente que pude. He de decir que no sospechó nada. Tras preguntarle
algo sobre ti y decirme lo maravillosa que eras le pregunté por el colgante,
para ver si me contaba lo mismo que a ti y no se lo había inventado sólo para
impresionarte o darte lástima. A grandes rasgos me contó lo mismo que a ti pero
hay algo que no te contó. Me dijo que se había prometido a sí mismo que si
encontraba alguien por quien de verdad sintiera amor, la chica que le hiciera
sentir bien tal y como es y por la que se olvidara del resto de mujeres del
mundo, se lo regalaría sin pensar, como muestra de que su corazón es
enteramente suyo. Y créeme, sus ojos se llenaron de veracidad e ilusión al
decirlo, le salía del alma, del corazón. Ese corazón que tú ahora llevas
colgado. Así que, dime, ¿qué harás? ¿Seguirás enfadada con él y le devolverás su
corazón, para que se rompa de nuevo y nunca más confíe en el amor? ¿O, por el
contrario, irás a su casa y cuando abra la puerta le darás una disculpa sincera
que le haga olvidar tu numerito y que os haga lo que deberíais ser, la mejor
pareja que jamás veré?
- ¿De verdad dijo eso?
Se secó las lágrimas, dibujó una enorme sonrisa, se arregló un poco el pelo, porque lo tenía enmarañado de tanto estar llorando en la cama, y puso camino a casa de Johnny.
lunes, 13 de mayo de 2013
UN AMOR DE PELÍCULA (continuación de Canciones) (I)
Eran las 3 de la mañana. Me
levanté a beber un poco de agua y me encontré a Celeste, mi compañera de piso
entrando a casa sonriendo como una colegiala, colorada y con los ojos llenos
de alegría. Lo normal sería preguntar el
porqué de su júbilo, pero, como ya he dicho, eran las tres de la mañana. Lo
máximo que conseguí decir fue “mañana me cuentas”, bebí mi vaso de agua y me
volví a tirar a la cama, como si fuera un tronco recién talado. Tras unas
cuantas horas de sueño, Celeste me despertó. Intenté hacerle caso omiso, pero
insistía. Sólo eran las diez de la mañana pero Celeste se moría por hablar del
motivo de su sonrisa.
Me levanté como pude y me
arrastré hasta la cafetera, sin el café de la mañana no soy persona. Una vez
despierta y consciente de mí misma, fuimos al salón y nos sentamos una frente a
la otra y Celeste comenzó a relatarme su cita con el taxista. Ya me había
contado cómo se conocieron y la verdad
es que ya entonces se veía que estaba ilusionada, aunque ella siempre es muy
efusiva. Me contó de lo que hablaron, qué comieron y el cómo le hacía sentir
con cada gesto y con sus historias. Realmente estaba más eufórica que nunca,
desprendía alegría, te contagiaba de su dicha. Luego me contó cuando vinieron a
casa. Cómo no, yo estaba en un profundo sueño y no noté nada de nada. Me contó
que estuvieron hasta casi las tres en el salón, escuchando música, tomando una
copita y hablando un rato más, tras esto me dijo que se despidieron en lo alto
de la escalera con un besito en la mejilla, pero cuando lo vio al final de las
escaleras algo le dijo que lo detuviera, así que le dijo algo y bajó a
despedirse de él con un gran beso, el más sincero que había dado, según ella.
Me dijo que cuando subió sentía que estaba muy sonrojada, que una enorme
sonrisa se había dibujado en su boca y que algo en su corazón había hecho un click. Ese click que se siente junto con las mariposas en el estómago.
Celeste era como una niña en
estos aspectos. Esperaba que no pasara lo mismo que con su ex. Quería conocer al chaval antes de que ella se volviera a
estrellar, así que decidí hacer un tour en taxi por el pueblo. Pro de este
plan: él no me conocía porque yo estaba durmiendo. Contras de este plan:
primero, como estaba durmiendo yo tampoco le vi a él, y segundo, tenía pocas posibilidades
de coger su taxi a la primera, así que era muy posible que me gastara mucho
dinero sólo para conocerle pero, al fin y al cabo, ¿para qué si no están los
amigos?
Pedí un taxi a la puerta de mi
casa. Tenía un nombre, Johnny. Dudaba que hubiera muchos en la compañía que se
llamaran así. Además disponía de otro detalle, el colgante de delfín.
Cuando llegó el taxi miré la
licencia que estaba en el salpicadero. El taxista se llamaba Manuel, así que no
era mi objetivo. Ni corta ni perezosa fui de frente y le pregunté al taxista
por Johnny. Me dijo que era amigo suyo así que le pedí que le llamara por radio
para que me recogiera, pero le dije que intentara ser discreto, como si yo no
estuviera allí y fuera alguna clienta ajena. Pagué la carrera y me dejó en un
sitio en el que ni tardaría mucho en recogerme ni sospecharía por haberle visto
por la zona. Dos minutos más tarde estaba en el taxi de Johnny.
Era un chico alto y con los ojos
claros, sin mucho vello y con el pelo castaño, realmente se notaba su ascendencia
británica. A diferencia del viaje con Celeste, Johnny estaba feliz y hasta
estaba silbando. Le dije la calle más lejana que conocía y comencé mi
interrogatorio.
- Te llamas Johnny, ¿no?
- Sí, mis padres eran ingleses.
- Se nota, tienes muchos rasgos
británicos. Yo soy Elisa, encantada.
- Lo mismo digo, Elisa.
- Por cierto, si no es mucho
preguntar, ¿por qué estás tan contento?
- Ayer tuve una buena noche.
- Vaya, ¿y eso? ¿Alguna chica?
- Sí. Se llama Celeste y la
conocí aquí, en el trabajo. Es un encanto.
- Pareces muy ilusionado.
- Me ha devuelto la alegría y me
ha hecho creer de nuevo en el amor.
- Pues suerte, pareces
simpático. Trátala bien y seguro que no tienes problemas.
- Eso haré, aunque la conocí
ayer haría lo que fuera por mantenerla a mi lado. Sacó lo mejor de mí y sólo
estuvimos hablando un par de horas.
- Pues ya sabes, a las mujeres
nos gusta que nos traten como princesas.
- Ella no merece menos.
Me caía bien. Se notaba que era
un buen chaval. Era mil veces mejor que el ex de Celeste. Su apariencia llamaba
la atención, quizá por su “britanismo”. Además, su voz daba confianza. Me
alegraba mucho por Celeste, por fin parecía haber refinado su gusto por los
hombres. Estuvimos un rato en silencio y reparé en el colgante, así que quise preguntarle,
para ver qué me decía sobre él.
- Bonito colgante. ¿Te lo regaló
tu novia, ya sabes, esa chica que conociste ayer?
- No, aparte de que no es mi
novia aún, espero que sí lo sea en breve, este colgante lo tengo desde hace
tiempo. Tiene un gran significado para mí, y más ahora que, gracias a él,
conocí a Celeste.
- ¿Sería mucho preguntar ese
significado?
- No, te haré un resumen, tras
ciertos eventos este colgante se convirtió en una bonita metáfora de mi corazón
y por ello lo llevo. - Esto ya lo sabía, pero quería ver que era real esa
historia, que delante de una extraña contaría lo mismo y eso significaba que no
era inventado, aparte de que se le notaba en la cara al decirlo.- Además, -
continuó- me prometí a mí mismo que si encontraba alguien por quien de verdad
sintiera amor, la chica que me hiciera sentir bien tal y como soy y por la que
me olvidaría del resto de mujeres del mundo, se lo regalaría sin pensar, como
muestra de que mi corazón es enteramente suyo.
- Vaya, ¿y si te equivocaras?
- No me precipitaría, intentaría
estar totalmente seguro de que ella es la chica. Además, eso se sabe, suele ser
un cúmulo de pequeños detalles que te van haciendo quererla más y más hasta que
uno de esos pequeños detalles desencadena en ti una exacerbación de todos esos
detalles y eso te confirma que es ella y no otra.
- Pareces muy seguro, y dime,
¿crees que esa chica será la afortunada?
- Aún es pronto para saberlo, ya
te he dicho que no me gusta precipitarme.
- Bueno, espero que algún día
encuentres a esa chica, sea o no esa tal Celeste.
- Gracias, por cierto, ya hemos
llegado a tu destino.
Me bajé del taxi y dibujé una
sonrisa en mi rostro. Esperaba ver a Celeste algún día con ese colgante. Johnny
era perfecto para ella, y viceversa. Estuve todo el camino a casa pensando
sobre el asunto y seguía feliz, feliz por mi amiga. Aunque también tuve que
pensar una excusa para la hora que había estado fuera, pero eso fue sencillo,
me inventé una llamada del trabajo que resultó ser algo sin importancia.
Celeste se lo creyó y no hubo pregunta alguna. Ella seguía en su nube y era
ajena al resto del mundo.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)