lunes, 18 de agosto de 2014

CEGUERA.

Me despierto, alarmado.
No veo nada, sólo oscuridad.
Me agito, lloro y grito.
“¡Estoy ciego!”
“¡No logro ver nada!”
“¡Cuán desgraciado soy, mis ojos me fallan!”

Pero en ese momento,
Escucho un grito ajeno de fondo:
¡Sube la persiana y deja de llorar, so tonto!