domingo, 17 de marzo de 2013

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No regreses a la miseria
de enfrentar con tus ojos,
y en mi cabeza no resurge la alegría,
cual deseo me inunde con su gracia
y haga reír a toda la naturaleza
de separar dos mundos, a cambio de ver tal belleza

Que mis pensamientos me atosigan
sin darme claridad en sus mensajes
y el puzle que se ha roto
no encaja en mi mente, tanto que
las piezas, trizas son ya, polvo del dolor
y cubriendo mi lecho están.

lunes, 4 de marzo de 2013

Tecnicismos sobre la Ley Orgánica de Wert


Una  moderna ley orgánica de educación se está gestando mientras usted lee, en las vetustas raíces del país que mejor representa el valle de lágrimas que proclamaba Camilo José Cela. Es preciso ya que la vigente “no permite progresar hacia una mejora de los resultados”, redacta la fina prosa del ministro de educación José Ignacio Wert. Excusado bajo la “evidencia” de los “pobres resultados” recogidos sobre la media española por el informe PISA, se aproxima una vorágine de cambios en lo atañido al programa educativo, que sufrirá los resultados de la incesante y caballeresca búsqueda de la “competitividad de la economía”.
Sin indagar demasiado en las razones apeladas por el ministro propugnador, se debe sentir obligado a investigar en tanto que uno ansíe complacer y aplacar el espíritu de deseo informativo que reposa amodorrado. Con esta pasión se lee, por tanto, la “reforma prudente”, que con “diálogo abierto” o no, aguarda a ser aprobada. Con objetivos tan nobles como “abordar la disminución del abandono escolar”, siempre bajo las pautas de la Unión Europea, y los datos que arroja Wert, algunos no considerarán necesario analizar en mayor profundidad este decreto, pero yo, como seguro otros, soy a menudo poseído por la curiosidad cuestionadora que analiza pese a tal probable perfección que guía al dirigente en su magna obra de carácter público. No es, ante nada, una crítica gratuita, sino subvencionada y sustentada por la gracia del bien común, y no crítica, sino diferir provisional hasta que la conocida bondad sea revelada. Anunciado el aura de cambio, es preciso pues ser cirineo y colaborar con su aireo. Progresando a la “flexibilización de trayectorias”, podemos discernir este punto como un superlativo de la especialización técnica, a escoger con muy poquitas primaveras encima por el alumnado obligado entonces a seleccionar su destino venidero de forma ineludible. No da tiempo a detenerse, o podría quedarse fuera. La  “implantación de pruebas de evaluación en puntos críticos de cada etapa educativa” es un nuevo método de corte, quiero decir, regulación, para mantener la excelencia en los resultados hogaño tan importantes del informe PISA, valor de los mismos refutado en que se pueda recurrir a ellos para que no resulte extraña la renovación formativa que nos atañe. La “certeza” que ansía el notable ministro ocupará pues varias etapas, y no temerá ser precoz y súbito en el proceso de descarte. Se baja un poco la vista y puede así encontrarse la “Racionalización la oferta educativa” (¿?), que sin necesidad del “de” desaparecido en combate, se siente como una reiteración del anhelo de propagar el tecnicismo y la orientación, el proceso de fabricación en serie, si se prefiere, de cara al mercado laboral, como ya había expresado que deseaba anteriormente. En detrimento caen por tanto otras materias menos utilitarias, como la gramática. Que no pare la cosa, porque “la reforma contribuirá también a reforzar la capacidad de gestión de la dirección de los centros”, sin llegar nunca, podemos fingir, expresaría Descartes, es decir, imaginar, en este caso sin equivocarnos, a la intromisión atosigadora. El “rendir de cuentas” que será precisado no suena pesado ni imperioso. Al “desarrollo y apoyo” de las TIC y de la diversidad de lenguas, se añade también el de la Formación Profesional, que acarrearía la “adaptación  a los requerimientos de los diferentes sectores productivos” de los alumnos. Cualquiera podría pensar que la urgencia aquí acompañada por plañidos de colocar un desfibrilador al tecnicismo práctico es la que precisa un paciente terminal con abulia. Sin embargo, sin desear entrar al juego del juicio parcial, si tal cosa es posible, continúo mi ininterrumpido citar, tras haber degustado el anteproyecto. Tal proyecto es el de “mejorar”, como reitera hasta la extenuación el sensacional ministro, la ley educativa. Es entendida así por tanto la preeminencia de la mejora de los resultados de tal sistema, primando, para algunos irremisiblemente, sobre lo que conocemos como individualidad o consideración al sujeto único y concreto. Debe de ser el precio. Sobre las modificaciones a tratar, es destacado el escaso tiempo reservado para las lenguas cooficiales, de únicamente una décima parte  del total, y que, una vez que la ley sea admitida, “sólo se utilizarán como apoyo en el proceso de  aprendizaje de la lengua extranjera”. Así mismo, el espíritu tecnicista retorna a ser apoyado hasta alcanzar esplendorosamente su auge, con la más magna ilusión, ya que en la educación primaria, “las áreas que tengan carácter instrumental para la adquisición de otros conocimientos recibirán especial consideración”. Preciso es descubrir además el sistema de revalidas que conducirán a los alumnos a desenvolverse de nuevo si no se instruyen correctamente, no abandonando la educación primaria, en tercer curso, específicamente. Tales pruebas de valor a las que se hallarán expuestos los alumnos, acompañarán a la política de “diagnósticos precoces” que serán desempeñados en esta etapa. La orientación pedagógica y la valía serán puestos a prueba poco después de que los escolares aprendan a andar, pues el longánimo ministro ya los considera a tan tierna edad cuajados y a punto de tales tentativas. El “establecimiento de mecanismos de refuerzo” resulta incluso bondadoso e innecesario ante mencionada realidad. Seguimos disfrutando del escrito y llegamos inexorablemente a la educación secundaria, que se separará en dos trayectos distintos; uno de “tres años académicos”, y otro “con carácter propedéutico de un año académico”. En el mismo ámbito, destaca la existencia de dos distintos niveles de matemáticas por los que decantarse a partir de tercero, siendo estas las “académicas” y las “aplicadas”. En el camino general que se crea de las académicas, subyacen las Ciencias aplicadas a la actividad profesional, las Tecnologías de la Información y la Comunicación, además de “una materia optativa” en cuyo ofertado “deberá incluir la materia de Iniciación a la vida laboral y la actividad emprendedora”. Sin sonar demasiado rayado, se distingue más especialización temprana y mayor preparación para el mercado laboral. No nos mintió al enunciar sus intenciones al inicio del artículo. No por ello sería apropiado denigrar la educación a una herramienta de fabricación y pulido, sacrificados otros valores vitales, como por seguro no hará el ilustre ministro.  La “educación cívica” a impartir “en todas las áreas” implica connotaciones sin duda más sofocantes de las que Wert pretendía. El Griego, apretado como, precisando colocar un símil, tal educación cívica, queda suprimido de esta etapa y solamente será opcional en el Bachillerato de Humanidades. La asignatura de Cultura Clásica o la de Ética tampoco aparecen señaladas en el anteproyecto. Carecen de eficacia en el mercado técnico. Promete también, como profilaxis a las fallas que los propios humanos puedan provocar en el perfecto sistema, “medidas de refuerzo” para que “todos los alumnos” superen esta etapa. Pese a ello, se incorpora la necesidad de superar la prueba de corte de este ciclo para obtener su título correspondiente. Se tornará “necesario” este “certificado de estudios cursados” para acceder a Bachillerato, solamente si es de enseñanzas académicas, a FP de Grado Medio, únicamente si es de enseñanzas aplicadas o, sin distinción, para una enseñanza postobligatoria. Señalar especialmente que el numerito de la calificación obtenida constará en el título. Los que queden atrás no marcharán con las manos vacías, pues recibirán una certificación en la que aparecerán reflejados los años cursados y “el nivel de adquisición” de los objetivos alcanzados. Tanto en esta área educativa como en la Primaria, y el Bachillerato, se emprenderá el ambicioso proyecto de desplazar el castellano y las lenguas cooficiales al de medio de soporte para aprender la lengua extranjera, lo cual precisará de una completa y lenta renovación del cuerpo docente.  En el paso, entonces, a la elaboración del plan para Bachillerato, como ya se ha mencionado, la materia de griego se suprime en cuanto a obligatoriedad en el camino humanístico. Además, se reducirá el espacio dedicado a las materias filosóficas y será ofertada la alternativa de la religión. Se garantiza también intentar llevar a cabo, aquí y en el Grado Medio, un “reconocimiento” de los “estudios superados”, incluso cuando no conlleven titulación, por mediación del gobierno. De igual manera que en la ESO, se volverá obligatorio superar una “evaluación final” para obtener el título, que estará disponible por otra vía para los Técnicos de Grado Medio, con materias prácticas especificadas nuevamente por el gobierno. La inclusión de la calificación figurará en el documento.
Tal racha de viento áureo no ha complacido de forma absoluta a la totalidad de los que han indagado entre estas relevantes líneas. Estos críticos, sorpresivamente, no consideran libre de falta cometida a la enmienda que funciona como asunto principal de este artículo. Afligidos por la reforma, el zaherimiento que se distinguiría en algunos artículos es poca cosa a comparación de la calumnia constante que se ha desencadenado en la escena pública y en los círculos de intelectuales. Desmedida cifra de quejas es la presentada por los humanistas respecto al topetazo que ha sufrido esta selección, y concretamente el griego. Socarrón resulta el destino de la filosofía, cuyos valedores defenestraban esta ley. En el segundo borrador, es inevitable condolecerse ya que fue víctima de un asalto directo, y se punzó hueso cuando se optó por convertirla en una alternativa a la religión católica. Cierto es que a la religión, sin un análisis intenso, no la vemos participar del tecnicismo que ahonda en esta ley. Sin embargo, tal función práctica bien podría ser considerada como anuladora de la filosofía, según los paladines de la materia.