- Mil experiencias has de pasar hasta poder comenzar a avanzar.
- El que poco desea corto se queda .
- Solo a martillazos sobre nosotros mismos mediante el paso de la vida conseguiremos ver el diamante en bruto que hay en nosotros y solo si somos inteligentes sabremos pulirlo .
- El que pone empeño , energía y tiempo doblega las adversidades a su voluntad.
-El hombre virtuoso y feliz tiene mil frentes abiertos.
- El que se siente solo o se ha sentido solo alguna vez en la vida se ha olvidado de sí mismo.
- En la vida hay dos tipos de profesores. Unos enseñan , y otros ENSEÑAN de verdad.
- El filósofo es como una mula. Por una parte sufre y lleva una gran carga. por otra es lo suficientemente cabezota como para no querer soltarla nunca .
Poesía, prosa, crítica social, elucubraciones... tratamos de cubrir todo lo viable en nuestra realidad. Nuestras motivaciones, deseos, personalidades y modos de contemplar la vida son inevitablemente dispares y variados. No obstante, todos valoramos en muy alto grado el conocimiento y la bella escritura
martes, 26 de febrero de 2013
Meditaciones parte I
- La prudencia sin estar acompañada de la estupidez quita la sal a la vida.
-No es más feliz el que más sabe o comprende sino el que más lo desea.
-En el momento que una madre se enfada el mundo puede empezar a temblar.
-Si le das cariño a un perro una sola vez , él te dará su vida.
-El que sufre mil penurias y tropieza cien veces y tiene el valor de seguir será imparable.
-Por norma general solo uno mismo conoce su verdadero talento y desgraciadamente pasa desapercibido ante los ojos del resto
-En la vida hay personas que se nos presentan y van desapareciendo bien porque nuestro camino sigue un cauce distinto o el suyo ha llegado a su fin , pero lo importante es haber estado con ellas y haber disfrutado de su compañía el máximo tiempo posible , por ello debemos aprender su valor para nosotros como si de un tesoro se tratase.
-Lo que una madre enseña para toda la vida se queda .
-No es más feliz el que más sabe o comprende sino el que más lo desea.
-En el momento que una madre se enfada el mundo puede empezar a temblar.
-Si le das cariño a un perro una sola vez , él te dará su vida.
-El que sufre mil penurias y tropieza cien veces y tiene el valor de seguir será imparable.
-Por norma general solo uno mismo conoce su verdadero talento y desgraciadamente pasa desapercibido ante los ojos del resto
-En la vida hay personas que se nos presentan y van desapareciendo bien porque nuestro camino sigue un cauce distinto o el suyo ha llegado a su fin , pero lo importante es haber estado con ellas y haber disfrutado de su compañía el máximo tiempo posible , por ello debemos aprender su valor para nosotros como si de un tesoro se tratase.
-Lo que una madre enseña para toda la vida se queda .
Mad World
La vida es para sufrir
La vida es para llorar,
La vida es para sentir,
Cuantas puñaladas te dan.
La vida miserable es,
Para que tenerla más,
Porqué la muerte suena tan bien,
Cuando ves lo que la vida te va a amparar.
Cuantos días he llorado en mi secreto,
Cuantos meses he escuchado ese lamento,
Y el grito de mi cuerpo,
Pidiendo piedad
Pidiendo que no le torturen más
¿Por qué no dejarlo descansar ya?
¿Por qué no terminar con su tortura?
¿Por qué no he de finalizar con ésta horrible vida y su
locura?
Es hora de terminar
Es hora de acabar
Con la vida miserable que Dios me tuvo que dar.
jueves, 14 de febrero de 2013
Reflexiones de febrero
Ya está aquí el
14 de febrero, el día de San Valentín. Ese día que la gente juzga como
extremadamente comercial, al igual que se piensa de la Navidad. No les quito la
razón. En parte pienso lo mismo, pero no todo en ese día es simplemente
consumismo puro y duro, o en el caso de la Navidad varios días. En un mundo
cansado, huraño e individualista incluso hasta en las relaciones familiares y amorosas
no viene mal un día en el que demostrar que tu pareja o tu familia, si la
tienes, realmente te importa. Puede que se aprovechen de esas fechas para
vender más, pero la gente no se queda con el hijo que se pide unos días y
vuelve a casa desde su trabajo en Sidney o la pareja que por algún motivo no
puede pasar mucho tiempo juntos y aprovechan este día como excusa para poder
estar juntos y disfrutar el uno del otro. Puede que al día siguiente no puedan ni
pasar cinco minutos juntos, pero nadie podrá quitarles ese día. O el joven que prepara durante meses una velada inolvidable para su pareja. Eso es con lo
que me quedo yo de estos días, el consumismo es secundario, no se debería
hablar tanto de él, sino que se debería pasar de él, no hacerle caso a tanto
anuncio succiona-cerebros. Es un día en el que el protagonista debería ser el
amor por otra persona, no por el regalo que recibes, que parece ser lo que
sucede. Mejor dejemos este asunto, no tiene tanta importancia como para seguir
dándole protagonismo aquí, el protagonista es el amor y punto. Volvamos pues al
meollo, el día de los enamorados.
También, aunque
no tengas pareja, este día te marca. Te hace plantear muchas cosas, sobre ti,
sobre tu entorno. Si ya estás enamorado, te hace reflexionar sobre cómo poder
dar el paso, dejar atrás todo miedo y lanzarte a la piscina, haya o no haya
agua. Admiro a esa gente, yo soy incapaz. Aunque me digan que es seguro que hay
agua, aunque el trampolín sea bajo, no me tiraría, mi miedo es mayor que yo en
ese asunto. Sé que lo soy, pero no puedo poner remedio a ello, sólo saltaría si
me empujaran, e incluso mientras caigo y
veo el agua, dudaría de caer a salvo. Algunos me llaman precavido,pero esos son los menos, todos los demás me califican con una palabra que empieza por "g-" y acaba por "-ollas", sé que no es un reto mental completar la palabra. Pero mi cobardía extrema no es el objeto
de mi escrito, sólo es un condicionante. Con la llegada de este día me he
planteado muchas cosas. Puede que en todas ellas me equivoque, pero de momento
son lo único que tengo.
En los últimos
días he llegado a la conclusión de que estar enamorado puede ser bueno, pero es
tóxico. Hace que no duermas, que no te centres, que descuides tus obligaciones
y que te pases el día soñando despierto pero, con suerte, el resultado puede
ser muy positivo. También puede ser negativo, pero mejor no deprimirnos e
imaginar que esa opción no existe, ya que si piensas en esto nunca darás el
paso, hablo desde la experiencia. Sueñas despierto, todo el día, mientras lees,
mientras intentas estudiar. Sueñas con esa chica, con poder abrazarla, con
poder pasear junto a ella, hablar hasta altas horas de la noche, mirar sus
dulces ojos y no cansarte nunca de mirarlos, hacer desaparecer todo mientras
estás con ella y que todo el mundo se pare para ambos, discutir agradablemente
sobre algo, que te diga
cualquier cosa y, tras callarla con un beso, lo repita sólo para que la vuelvas
a callar de igual forma, sueñas muchas cosas.
Puede que este asunto en otro momento no tenga
tanta repercusión en mí, pero llevaba muchas horas de desvelo pensando sobre
esto y creo que escribir esto es la única manera que tengo de sosegarme, al
menos un tiempo, hasta que este fantasma vuelva a mí para despertarme y hacerme
descuidar todo lo que debo hacer. Es más, este escrito tiene como misión
librarme de estos problemas y no sé si alguien llegará a leerlo alguna vez, aún
lo estoy decidiendo. Si alguien está leyendo esto, le pido disculpas por soltarle este rollo sobre mi vida y mis
sentimientos. En fin, al menos tras escribir esto podré volver a ser eso que habitúo
ser, aunque tanto eso que se ve como esto que reflejo en mi escrito y que suelo ocultar son sendas caras de una moneda, la moneda de mi vida.
miércoles, 6 de febrero de 2013
Eterno ciclo de cambio
Continúa el cruce de acusaciones entre los dos grandes, o más bien, únicos poderes
políticos de España. Mientras uno vive por encima de sus posibilidades, sin
rubor culpa al otro de ser más descarado y crapuloso. En la democracia del
capital los votantes no eligen, no gobiernan; delegan en una candidatura que ha
avanzado con favores de las altas esferas.
Convencen gracias a los fondos que estos les entregan. No es creíble llamarlo triunfo del pueblo,
cuando quien dispone y juega con sus propias reglas es la corporatocracia.
Tal como el filósofo que aún divaga en la caverna, el
español se encuentra cautivo en un vendaval de autocomplacencia. La luz real está ahí fuera, a pocos metros, mas él sigue
embobado y orgulloso de lo que cree ser el absoluto entendimiento. Fe más
grande no ha acontecido que la del demócrata pasivo, que desayuna con noticias
que no entiende, repite aquello que ha oído y sufre de una pereza tan terminal
que podría personificarse y cobrar vida en cualquier momento. Se satisface con
una democracia correctamente impresa, pero nunca realizada, etiquetada como
borrador y de fácil tachado y corrección para dos fuerzas mismamente opuestas
sobre el papel, que sin embargo colaboran para evitar sobresaltos y que el resultado
sea siempre el apetecido. Isoladas las otras representaciones, tan desconocidas
para la mayoría como el programa electoral de cualquier partido político, la
única vía para los insatisfechos sería exigir un auténtico gobierno del pueblo.
Estos “indignados”, como bautizan de forma completamente neutral, imparcial, y absolutamente
no subordinada a los que nunca pueden nombrarse como medios de propaganda de
las dos fuerzas, están abocados al fracaso. No es necesario tomar mi palabra;
la indiferencia, así como el bozal que recayó sobre esta revolución suprimió el
poco margen de maniobra además del escaso poder de la población en su propio
régimen, antes de que presentara ocasión de realizar cosa alguna. Con razón,
como diría el sin duda alguna magnánimo monarca español, no es una “política
grande”; sucede fuera del Congreso, y no hay que tenerla en cuenta. Habrá que echar
un vistazo a la RAE y preguntar cuando le dieron un giro completo a la
definición. Demos ya no significa pueblo. Verdaderamente, las lenguas clásicas
han comenzado ya a descomponerse.
Se vitupera a sí misma con tópicos regoldados por imbéciles
gregarios sin gracia. Si bastara con palabras, estos ya habrían enmendado con
su eufonía rimbombante todo problema habido. No les recomiende operar, pues se
necesita poseer fragmentos de vida para alzarse de tal manera. Todos, junto a
las individualidades y el arresto que una vez rigió en nosotros, han
desaparecido en la admisión del orden, que hosco, ha apartado lo verdaderamente
importante. Uno de los mayores placeres de la vida es la libertad, o era, pues
sofocada y desaparecida quedó contenida sólo en discursos fastidiosos para el
orden y desconcertantes para nuestros oídos. Los corazones impresionables que
una vez se conmovieron con ella, ahora refutan a quien les señala prisioneros
sin siquiera pensar en culpar a su propia nulidad, mientras permanecen estoicos
o muestran inquina a quien se ha precipitado a esta imprudencia. Es un camino,
tal como el del conocimiento, lleno de pesar y dolor, quizás quimérico o al
menos, impasible al esfuerzo trágico de quien persigue la autodeterminación.
Propugnadores de la sumisión, adalides de la neutralidad.
Perduran las inmoralidades que acosan al hombre en su propia especie. Colaboran
felizmente con ellos y aplican censura. Los medios no difunden nada que
recuerde a la realidad sin que el contenido sea previamente suavizado. No vale
con excusarse en lo de siempre. No todos pueden estar corruptos y obedecer a
los gobiernos. No, majos, responden a las exigencias del público, de aquellos
que huyen despavoridos de la verdad, demasiado hundidos en su propia burbuja.
Llevan demasiado tiempo mintiéndose, opacos, ignorando la ringlera de regímenes
que les impide evocar lo lejos que se encuentran de aquello que deberían ser.
Son, en fin, tan responsables dichos semovientes como los cabecillas políticos
y los explotadores corporativos del sufrimiento y el tormento que han de
soportar.
Para hallar el
auténtico camino, uno debe buscar su guía en medio de la incertidumbre. Se
agoto el sentido de un orden que consume vidas y valores. Lleva demasiado
tiempo empleando las mismas excusas, y
ahora que el conocimiento, aún camuflado, es realmente accesible para todo
aquel que lo desee, no hay perdón para quien ve suceder las injusticias una
detrás de otra y sonríe bobaliconamente mientras sus posaderas permanezcan a
salvo.
El español es menos libre que el animal que tiene que
trabajar. Ni siquiera lo hace por el progreso, o por una causa idealista. Demonios,
ni su propia felicidad sale beneficiada del intercambio. Es robado, asaltado y
humillado con alevosía. Y pese a todo, consentirá mientras le sea posible
permanecer en la normalidad y la mediocridad. De hecho, el españolito, a decir
verdad, no tiene nada de diferente a gran parte de la población. Quizás ese es
el problema.
Contamos las horas que pasan y celebramos que nos reste
menos para morir. El ser humano es patético. No creo que haga falta que llegue
alguien como yo para decir que el ser humano no TIENE que trabajar, que ese no
es nuestro estado natural (es que yo soy un andaluz, un vago, una de las
caracterizaciones agrupadoras creadas para todo infraser sin personalidad). Hay
infinitas posibilidades; pongamos que Rodolfo Manuel, un palurdo cualquiera,
puede ponerse a hacer lo que le gusta, por ejemplo, lo que le apasiona,
escribir, pero también puede irse a una isla a pescar y pasar del mundo, o
terminar de aproximarse a esa morena de ojos oscuros de su entorno, muy
inteligente, sí, pero con la que no sería tan simpático si su miembro viril
fuera amputado. Nuestro joven Rodolfo “elegirá” finalmente estudiar/trabajar
algo que acabará odiando, que le hará madrugar todos los días y le someterá,
porque “es lo correcto”. Porque “es lo que hay que hacer”. Heces. Lo que TIENE
que hacer es vivir, porque no importa quien sea, un día va a morir, dejará de
existir, y nadie se acordará de él. Tiene que seguir sus sueños, porque ese es
su verdadero destino, no trabajar diez horas al día por un trozo de papel. Tiene
que agarrar a la vida por sus partes pudientes y protestar: “¡No quiero ser
esto!” se quejará a viva voz. Ahora mismo Rodolfo es una pequeña aceituna de
las que están vivas, de las que cuestan derribar. Cuando madure, se pondrá
gordote, se podrá manejar fácilmente, como la mercancía que es, y será
aprovechable para los capullos que lo devorarán.
Los que manejan el cotarro no tienen aspiraciones, carecen
de sueños, y no ven más allá de un par de comodidades. Ellos, si pudieran
pensar, tampoco serían felices. Y sin embargo, millones de vidas les están
sirviendo en estos momentos, potenciales desaprovechados, gente, no personas,
que van con el automático puesto. Saben que son prescindibles, y por eso no
abrirán la boca. Cumplen funciones, mas no hacen algo de utilidad. Llevado por
la corriente, el silencioso peón es ganado que renuncia a su condición de ser
humano, a utilizar la cabeza, a moverse por su cuenta, y a luchar, y se
convierte en una puñetera aceituna de escaso valor.
Igual que el catedrático de filosofía que trata un lenguaje
especializado; de la misma forma que el periodista endulza su artículo para que
sus lectores no le devoren a él; el político maneja una terminología que
convierte en incontestable sabiduría magnas obviedades. Por supuesto, el valor
poético de cada uno va descendiendo, pero la finalidad es la misma. Se evita la
crítica, dotado el orador de una gracilidad hermosa para esquivar las
cuestiones más arriesgadas.
Días atrás, el
presidente “salió” a dar una rueda de prensa a través de una pantalla. Se saben
expuestos. Ahora, sus corrupciones, sus mentiras y trampas aparecen más claras
que nunca. Poco importa que sean títeres de la escena empresarial. La sociedad dispone
de una oportunidad única. Puede protestar y ganar, sin esforzarse demasiado. Y
sin embargo, la elección es mirar para otro lado. Esos asuntos no van con
nosotros, que estamos demasiado ocupados. Demasiado ocupados, ¿haciendo qué?
Venga, no mintáis, vosotros mismos sabéis que no estáis viviendo.
Parece más normal el curioso fenómeno de apoyar a una de las
dos fuerzas como si fueran equipos deportivos, con total irracionalidad. Eres
tú el que les das de comer, ¿de dónde viene esa idolatría? ¿Ese cosquilleo y
satisfacción que te entra cuando Rajoy te felicita por quedarte en casa
mientras él se va a Nueva York a fumar puros, y tú le mueves la cola? ¿Es qué
eres… un can? Ojo, que ya sé que el raro
soy yo, que no lo entiendo. Pero reflexiona, lector. Dale vueltas a que es más
cabal. A si merece la pena aceptar un orden cruel, mientras te pudres por
dentro, empiezas a segregar estereotipos contra los que se movilizan, te
excusas porque te importa sólo tu bienestar momentáneo, a la vez que aceptas
todo lo que te fagocitan uno de tus dos partidos de adoctrinamiento; o
arriesgarse, simplemente, a cambiar un poco tu rutina, un día quizás, por una
renovación mejor. Quizás encuentres un sentido altruista a la vida, ayudes al
prójimo, incluso puede que te sientas bien por primera vez en mucho tiempo. Que
tal vez, sólo tal vez, sea más prudente denunciar a quien sea, da absolutamente
igual, que te haya estafado a ti y a otros de tus hermanos españoles millones
contantes y sonantes, que desear que nadie toque tu plétora. Y si quieres saber por que España es una
porquería, te daré una pista: nadie escoge la segunda opción.
Me siento mal escribiendo así. No debería de hacerlo, porque
estas cosas se sienten tan obvias que inevitablemente resulto ofensivo y
desagradable al exponerlas. Es evidencia, España es ridícula causa sui de su
estado maltrecho. Los flamantes dirigentes son tan corruptos e ineptos como los
anteriores. Uno mira los libros de historia españoles y no para de temblar.
Pero esto no se opone a la fe política del español. La suya es una necesidad
imperiosa y visceral de creer en el manufacturado nacional, como si de un joven
Nietzsche se tratara. No tiene reparos en derribar la crítica a su lado de la
moneda. Amparado en la similar acción ajena, el adoctrinamiento nacionalista
está completo. Aceptará una de las dos fuerzas, orgulloso de sí mismo, como el
chico que recita el credo sin dubitación porque no nació en la India. Tampoco le urge por tanto el probar nada, pues
nunca se ha cuestionado debido a su condición.
El estado actual es aquél que vende a sus ciudadanos como
esclavos para subsanar las deudas. Es, a todos efectos, indefendible. Las
clases sociales no alcanzan el límite que les rebelaría, porque el estado no es
estúpido y sabe consentir unas concesiones que prolonguen su aparentemente evitable condena. Esta sempiterna escabullida
tendrá lugar mientras el humano reniegue de su responsabilidad respecto a su
libertad. La búsqueda del conocimiento, así como la batalla por los valores que
ahora, aún pareciendo absurdos, se tornan más necesarios que nunca, ya que son
la única identidad que le resta al hombre. Y a la mujer. (Corrección política) Aquél
que entrega tales tareas inevitablemente concede a su vez la libertad que
posee.
El humano contemporáneo se entrega a una vida de estrés,
siendo más poderoso, o al menos más inteligente que cualquier otra forma de
energía en nuestra pequeña porción de mundo. No cree en el cambio, porque lo ha
visto proclamado demasiadas veces. Pace y digiere la caracterización de cuento
que le han otorgado, la política de izquierdas y derechas, la que no tiene que
analizar; le basta con devorarla. Espera en el sofá a que una ciencia tornada
incontestable como una deidad, de la que no tiene ni repajolera idea, le salve
el pellejo, sin pensar que tal progreso le volvería aún más inútil y
desesperado. Es una victima culpable, que no mueve ni un dedo apelando a la inamovilidad, y en ningún momento se atrevió
a crear un destino a partir de sus muy capaces manos.
Una vez revelada la
realidad que había rehuido pese a tenerla frente a sus narices, el hombre
anteriormente tapado en el manto de su sociedad se siente desamparado.
Continuamente olvida su historia para volver a cubrirse e ignorar su desgracia.
Debilitado busca a quien obedecer, a quien inclinarse, pues ha olvidado quien
es y su grandeza, aniquilada junto a su sagacidad, que ya únicamente indaga en
motivos superfluos.
Los seres humanos no
deberían de ser encadenados. Mientras hombres que encarnan el mal continúen
gobernándoos, no seréis considerados humanos. ¿Queréis continuar de esta
manera? ¡Liberaos vosotros mismos del terror!
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