sábado, 31 de agosto de 2013

Es una canción para decir adiós

  Bueno, entonces... Si debo hablar a alguien de Sendi Cade, supongo que debo recordar aquellos días lejanos ya, hacia el inicio de mi adolescencia. Fue entonces cuando la conocí. Ella se envolvió firmemente a mi brazo derecho, pasando a formar una parte más de mi vida desde entonces. Sí, creo que este es un buen comienzo.

Humani generis

Escudriñado un nuevo día entre la niebla de verano
avanzaremos, seres repudiados, sobre dos vacíos
Pese a conocerse frágiles, que confíados, altivos
No faltarían motivos, pues grandiosa valía, mira, 
eligen ser irracionales; no quieren quedar solos
Insistentes, tampoco renuncian a ver esta desgracia
Un grito a la escarlata madrugada, torrente, vivo 
nace de vivos ojos. ¡Desgarrador, sospechado fugaz
perpetuo aliento de inefable voluntad humana!
Al final de la gruta, la luz aguarda a este persistente

Libre

¡Que el esplendor humano, es su libre voluntad!
¡Que alas tan puras, con un peso tan maldito!
Puede revolotear cual cobarde polilla
al son de una visión que resulta convencional;
puede quemarse tratando, maravillado,
montar en el áureo carro del dios Apolo.

Creerá, y así cambiará su dimensión y el mundo
Para su convicción calza armadura hermética
acumula victorias, lanza sofismas a quien
portador de horrible alma, osa vagar salvaje
Sólo con otros ojos es por un tiempo libre

Emoción rehuida

Es cuna del resentimiento, excusa non petita de los que destruyen a escondidas
Sus usuarios son, siempre, apaleados perdonadores
Y ellos ven aterrados, plantada en corazones ajenos
la semilla de la libertad que arrancaron de sí mismos
Un igual por temer la soledad, y aún hablan de egoísmo
Engaños, la extinción de verdadero gozo, castigo
La promesa de felicidad; bajeza, thumma, complaciencia.
Tantos bellos mundos, sueños de belleza, que es pretenciosa
mares de almas agonizan, ahogadas sin nunca nadar
voluntades pisoteadas, humilladas por la bondad
pájaros que vuelan directos, ¡sin luchar!, hacia su jaula
¿Cuándo estará satisfecha vuestra humildad?